Cuando comencé con este blog, creo que tendría unos 29 años. Lo empecé en Blogger. Entonces creía tener sueños semejantes a los de alguien más. Pavadas que una cree cuando está infatuada con alguien, ¿vio?
Hasta entonces, había sido, o tratado de ser, una chica de ciudad chica normal, con lo que sea que eso signifique. Es decir, me criaron para ser parte de algún rebaño, y si bien hice el intento. Fracasé miserablemente.
La culpa la tiene la seguridad en mi misma. Y agradezco a la vida por ello. Dicen que siempre supe lo que quise, tal vez ése no sea el problema, sino que lo que quise en un momento, al conseguirlo, no era lo que esperaba que fuera. Tal vez sea que la sola idea de conformarme con alcanzar una sola meta, no resultó tan interesante como creí que sería.
Y, por esto, por aquello y por lo de más allá, no puedo ser esa chica.
Se esperaba que me casara y tuviera hijos. Si bien, como dicen muchos «aún estoy a tiempo», no es algo que me llame particularmente. Y, no, no es mi contradicción. No me voy a resistir nuevamente al amor si llega, pero tampoco voy a desperdiciar el trabajo realizado, lo andado y lo aprendido, sólo para ser «esposa y madre», porque simplemente, eso no cuaja con mi esencia.
Se esperaba que quisiera un estatus social, en una sociedad donde no me encuentro, simple y sencillamente, porque no me importa lo que se espera de mi. Tal vez, no se haya notado aún, pero no califico como una mujer típica, ni lo deseo tampoco.
Se esperaba que no le diera bola a mi intuición, a mi poder. Curiosamente, el tiempo me llamó a empoderarme, con todo lo que eso implica. No todos conocen muchas cosas, pero no llevo una vida fácil, aunque diariamente dibujo una sonrisa en mi rostro. Aprendí a aceptar que no puedo controlarlo todo, a dejar que las cosas fluyan. A no pelear con molinos cuando los reconozco como tales. Y tal vez, esas circunstancias y situaciones, me hicieron quien soy. Y me gusta esta persona.
No soy perfecta, ni deseo serlo, sólo espero ser la mejor versión de mi que pueda.
Tal vez hayan percibido algo, los que viven a mi alrededor todos los días, tal vez no. Elegí, hace muchos años, dejar de bloquear la energía divina que me eligió de canal. Y esa elección conlleva, entre muchas cosas, saber que no será fácilmente aceptado, porque dista bastante de lo normal.
Las premoniciones, la sanación, la magia inconsciente y consciente, el poder para compartir, el sentir presencias, el poder comunicarse con espíritus de otros planos, la visión de auras, y demás, siempre fueron parte del repertorio de rarezas en las que viví y vivo inmersa. Y créanme, no pienso volver a reprimirlo. Es quien soy y punto.
No soy, ni puedo ser, esa chica que querías, la que sumisamente aceptaba tu voluntad como única opción en este mundo. Soy una mujer con voluntad propia, y mucha. Me sobra testarudez. Y aunque reconozco esto, a veces, extraño tu presencia, y otras, la siento junto a mí. No sé qué signifique, a lo mejor, mulo, te extraño. O puede ser, que extrañe lo que no tuvimos por exceso de soberbia, juventud y aspereza en el trato y por falta de coraje.
No sé si tenía que ser en esta vida o en alguna otra, simplemente no es, ene este momento, y eso, en algunos momentos duele.
Pero no soy esa chica paralizada por el dolor que llora por los rincones. Mi vida, mis elecciones, mis realidades no son sencillas, y me pongo una sonrisa, porque cada día puede ser que algo mejore. Porque la que soy, cree firmemente en el poder de los ideales.
Finalmente, no puedo ser la chica de la vida de nadie, porque estoy tratando de ser la mujer de mi vida.
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