Nuestras vidas son seguidillas de momentos… Rosarios de instantes que van uno tras otro, y otro y otro, y así.
Son esos momentos, los que realmente cuentan, aquellos momentos donde no hay nadie a nuestro alrededor. Cuando te cae la sandía de Newton del camino a seguir, no tenés a nadie más, estás vos y esa verdad que se te planta al frente y te dice, «RECONOCEME».
En esos momentos, siempre estamos solos, así que la soledad no debería asustarnos tantos. Cuando nacimos, nadie nos acompañó a salir del útero materno, éramos nosotros con nosotros mismos… Y cuando morimos, puede haber mucha gente alrededor de nuestro lecho de muerte, pero abandonar el plano, lo abandonamos solos…
Lo curioso del caso es que aunque el nacimiento de un hijo sea «el día más feliz de mi vida», para una madre, la decisión de ser madre, la tomó antes y en un momento, aparentemente sin brillo, sin importancia.
En la serie Buffy, hay una escena que muestra esto: en esta escena, la protagonista revive, una y otra vez un momento, en el cual sólo acomoda un libro en una repisa, no hay interacción con nadie, sólo ella, la repisa y el libro. Cuando le preguntan qué significa eso, ella responde ahí, me dí por vencida.
Tal vez, en este momento anuncies una decisión tomada en uno de esos momentos… Tal vez, no lo notes, pero estás en uno de esos momentos cruciales.
Cada uno de estos momentos, nos convierte en quienes somos, nos hace ser buenas o malas personas, o personas equivocadas, o extraviadas… Tal vez esos momentos suman una torre de experiencia, que nos enriquece la vida.
Benditos sean esos momentos.
Replica a Ambar Cancelar la respuesta